27 de marzo de 2014

Detalles

La belleza se encuentra en los pequeños detalles y más cuando nos fijamos en esas ventanas y puertas de nuestras viejas casas. La construcción en Ayoó, sobre todo la de las edificaciones de barro, eran prácticas, poco dadas a decoraciones  y elementos superfluos. Pero alguno se cuela... 

Dos incisos: 

Que conste que he hecho un poco de trampa porque he metido en esta selección de fotos un par de ellas que no son de Ayoó, pero que me parecieron tan bonitas, que me disculpo a mi misma. 

Lo de los números en la puerta no es decoración, pero me encantan y me los permito.

Detalle de la decoración de una ventana de la casa de los Barrio en la calle de la Iglesia.
Abajo, la decoración completa en la ventana.


Puerta en una casa de la calle Peñacabras.
Otra puerta en la calle Peñacabras.

Puerta también en la calle Peñacabras.

Congosta, calle Calzada.

Congosta, calle Calzada.

Soporte de balcón en la calle Corrales.

Dibujos en una pared revocada.

Bajotejado en una calle de El Canto

Madera decorada que encontré en los restos de una vieja casa.

Ventana decorada en una casa de Piornedo, en Los Ancares gallegos.

Decoración en la jamba de una puerta en Castrocalbón.


25 de marzo de 2014

Una de refranes

Hace bastante tiempo que no doy un repaso al refranero, así que hoy recojo alguno de los refranes y dichos que he escuchado en casa o entre los vecinos del pueblo y que tienen que ver con comentarios sobre comportamiento, sobre la forma de ser y hacía donde camina una persona. Ahí van unos cuantos:

Cambiarás de molinero pero no de ladrón. 

Muy propia para los días que vivimos, jaja... cambiarás de alcalde pero no de ladrón, cambiarás de ministro pero no de ladrón... El dicho venía de pago de la maquila, la parte proporcional que se llevaba el molinero cuando se molía. En los artículos que dediqué a Santibáñez se explicaba todo este proceso: Memoria de Santibáñez (2) y Memoria de Santibáñez (3).


El que encuentra casa hecha no sabe el barro que se echa. 

Este me lo dijo mi padre este verano en una conversación, me gustó mucho por que tiene que ver con la construcción que tanto me gusta, el barro, los adobes. La moraleja, como si no se trabaja algo no se aprecia el esfuerzo que lleva (¡¡¡y de paso aprender a diferencias los verbos y sus haches!!!).


Del dicho al hecho hay mucho trecho. 

Un clásico, mejor obras que palabras que se lleva el viento.


Ve la paja en el ojo ajeno y no ve la viga en el suyo. 
Dime de que presumes y te dire de que careces. 

Dos refranes para algo similar, el que ve las faltas en los demás y no en si mismo.


Dime con quién andas y te diré quién eres. 

O la importancia de los amigos y quienes te rodean a la hora de llevarte por un camino u otro. Este otro refrán clásico viene a decir lo mismo: Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija.


Y aquí, una tanda de refranes para decir que el que sale torcido... torcido sigue y el que no tiene..., no tiene (cabeza, firmeza, seguridad, palabra o lo que cuadre): 

Palo que nace doblao, no sirve pa cayao 
Donde no hay mata no hay patata
No esperes peras del olmo / No le pidas peras al olmo.


Aunque como los refranes siempre hay uno que le lleva la contraria a otro, para los tres anteriores, ahí va este: 

Cría buena fama y échate a dormir, cría mala fama y trabaja hasta morir.

18 de marzo de 2014

Concurso de vocabularios

Cuando comencé el blog, en 2008, uno de los temas que más me apetecía tocar era realizar una recopilación de todos los lugares de Ayoó, esos sitios que nos rodean y que tienen un nombre, algunos muy conocidos como El Coito, Ayoó Pequeñino o Valseco y otros que yo ni había escuchado, como Veigarranas. Para ello la colaboración de mis padres fue esencial, claro, pero además estuve buscando por aquí y por allá para encontrar la raíz etimológica de cada palabra, para saber de dónde venía. Como yo no sé mucho de eso, claro, busqué documentos, otras webs, diccionarios... Así di con una asociación que velaba por la protección, recuperación y recopilación de la lengua zamorana, Furmientu. Alguno de sus colaboradores me ayudaron, me corrigieron y me completaron lo que yo iba preparando. En Furmientu organizaban un concurso de vocabularios tradicionales y me invitaron a presentarme, pero aún tenía mi “Palabrero ayoíno” en pañales, los topónimos sin completar... y me parecía que no tenía aún un buen trabajo. Este año anunciaron una nueva edición, la octava y, sorprendentemente, la última. Y un poco por curiosidad y por que pensaba que ahora si tenía bastante que ofrecer, presenté mi trabajo. Es un concurso muy pequeño y no he ganado, he quedado finalista, lo que, como dice ya sabéis quien, “es un motivo de gran orgullo y satisfacción”. Me han llamado para darme las gracias, me han mandado unos cuantos libros de temática zamorana y han colgado en su web el trabajo presentado.



Todo ha desfilado ya por este blog e incluso están recogidas en otro blog que tengo un poco en el olvido, llamado también Palabrero Ayoíno. Os dejo los enlaces para que todo aquel que tenga curiosidad pueda echar un vistazo.



Web de Furmientu, enlace a los vocabularios presentados en esta edición y en las anteriores:






Blog Palabrero Ayoíno





13 de marzo de 2014

La Iglesia por dentro: Confesionario y reclinatorios

Estamos en Cuaresma... aunque ya a pocos les importe o incluso lo sepan. Pero hace unos años era una época bien marcada por los curas que intensificaban su gusto por el sacrificio, la confesión y el amedrentamiento. En esos días se hacían “confesiones generales”, como cuenta en su blog el profesor Pérez Mencía: Eran días en los que casi todo giraba en torno a la iglesia y era el momento apropiado para que los fieles cumpliesen con la ley eclesiástica obligatoria de “confesar y comulgar una vez al año y, a ser posible por Pascua Florida.

Para estas confesiones generales se producía toda una movilización sacerdotal: al párroco del pueblo se sumaban los de los pueblos de alrededor (entonces había uno en cada localidad, no como ahora que un solo cura cubre doce o quince pueblos) o los religiosos que habían dado “las misiones”.

Alberto Alonso que, como sus hermanos, fue monaguillo de Don Ezequiel, recordaba aquellos tiempos: “Ponían un día de confesión, el sábado y los monaguillos teníamos que coger el nombre de los que no iban a confesar”. Si no se cumplía con la confesión a la persona le caía una multa, generalmente en especie para el cura, o se le ponían pegas no poder apadrinar a un niño.




En ese momento el protagonismo era para los confesionarios, esa pequeña cabina en la que el sacerdote escucha los pecados de cada persona, le da la penitencia y le absuelve de todos sus pecados.




Del protagonismo que tenían los confesionarios en esos días se ha pasado a que sea un objeto casi en desuso que encontramos en un rincón del templo. El de la Iglesia de Ayoó está a la derecha de la puerta de entrada, y está flanqueado por dos reclinatorios.


El reclinatorio, la silla baja para arrodillarse en la que se ponía el confesante. Antaño, había familias que tenían sus propios reclinatorios y se acercaban con ellos a la misa del domingo o al rosario. 
También los niños, en sus comuniones, adornaban los reclinatorios con sábanas y flores. 
Ahora se usan en algunas celebraciones, como en Semana Santa, cuando se pone un altar dedicado al Santísimo en un lateral del templo.



Pero como otras muchas costumbres ligadas a la religión, los reclinatorios han ido desapareciendo de la vida cotidiana.

7 de marzo de 2014

Aldabas con cruz



Estamos en Cuaresma, el tiempo previo a la Semana Santa católica... ahora no nos dice nada, como mucho, aquellos que coman en casa de sus madres verán que el viernes no se sirve carne... pero los más mayores recuerdan esta época como aquellos días en los que todo estaba prohibido, todo era confesión, rezos, arrepentimientos, catecismo y la vida aplastada por la religión más rancia. Y no sé qué tiene que ver, pero se me ha ocurrido recordar este ambiente desde otro punto de vista, desde las aldabas con cruz que adornan/adornaban las puertas de Ayoó.


Puerta de la casa del Ti Germán, en la calle Corrales.
Cerradura de la puerta del cementerio.



Aldaba de la puerta de la casa de Laurentino, en la calle de la Iglesia.

Aldaba en Congosta.

Congosta.

Puerta de la panera que hay en la calle Carracedo.




Aldaba de la Casa de los cazadores en la calle Castillo

Aldaba que estaba en la puerta de la casa del Ti Pedro Pontejo, en la subida a Peñacabras, ya desaparecida.



Aldaba en una puerta de la calle de la Iglesia, un grupo de casas de adobe que eran de la familia Barrio.





Congosta, calle Calzada.

Puerta de la casa del cura, en la calle de la Iglesia.



Casa en la calle del medio, la que está al lado de la culaga, creo que es de la familia de María, la mujer de Andrés Conejo.

5 de marzo de 2014

La Iglesia por dentro: La cruz de las misiones


En la Iglesia del pueblo hay dos grandes cruces que son un tanto especiales, son las llamadas cruces de misiones. Una está dentro del templo, sobre la puerta de entrada. La otra, justo al otro lado, sobre la puerta pero en el exterior.

La cruz de misiones que está dentro del templo de Ayoó.

Cruz de misiones en el pórtico de la Iglesia. Foto de Mari Gan,
Ruta Arqueológica por los Valles de Zamora, grupo de Facebook.
 



Hoy, miércoles de ceniza, inicio de la Cuaresma católica, es un buen momento para hablar de ellas, ya que su función era principal en esta época. Yo no sé mucho de estas cosas, así que me remito a dos artículos del profesor Pérez Mencía en su blog Patrimonio Popular, en los que explicaba detalladamente la presencia de estas cruces en las iglesias de nuestros pueblos:



Durante el tiempo de la Cuaresma solía haber lo que se conocía como ‘las misiones’, y al finalizar éstas se celebraban las ‘confesiones generales’. Todavía se pueden ver en pueblos de esta comarca grandes cruces en las paredes de iglesias o pórticos, indicando días y año de la celebración, así como los padres misioneros que las impartieron. La verdad es que era una época propicia para ello, pues eran días en los que casi todo giraba en torno a la iglesia y era el momento apropiado para que los fieles cumpliesen con la ley eclesiástica obligatoria de “confesar y comulgar una vez al año y, a ser posible por Pascua Florida”.




Había misiones cada tres o cuatro años y duraban varios días. En principio corrían a cargo del clero regular: religiosos franciscanos, dominicos, agustinos u otros. Más adelante los que platicaban y predicaban eran del clero regular: sacerdotes especializados o ya con experiencia en este tipo de actos. Se tratase de unos o de otros, a todos se les llamaba misioneros y misiones lo que ellos realizaban. Solían acudir dos a cada pueblo y entre ellos se repartían las distintas tareas.

Los que más impresionaban a pequeños y mayores eran los frailes ‘de barba’, aplicado y referido este apodo principalmente a los franciscanos.





Las pláticas o charlas sobre el Evangelio, la vida cristiana y las verdades eternas, corrían casi siempre a cargo de religiosos dominicos, franciscanos, paúles, y otros, de lo cual se dejaba constancia también en la cruz, además de la fecha y el lugar de celebración de dichas misiones



A las misiones solía acudir casi todo el pueblo, los mayores y también los niños, que contaban con actos especiales. La iglesia se llenaba de gente que, en silencio y con respeto, escuchaban al misionero las distintas pláticas con las que les instruía sobre la doctrina cristiana y les exhortaba a los actos de virtud.



Eran muy conocidos los cánticos de misiones, en los que todos participaban cuando se celebraban los diversos actos. Algunos decían así: “A misión os llama, / errantes ovejas, / vuestra tierna Madre / la Pastora excelsa”; Venid, fieles cristianos, / a las misiones, / donde Cristo convierte / los corazones”… También se cantaban otros de penitencia como: “Perdón, ¡Oh, Dios mío!...; Perdona a tu pueblo, Señor…; Amante, Jesús mío…; Bendito, bendito…, Véante mis ojos…; Dueño de mi vida…; ¡Oh, buen Jesús!...”etc.


Ya hemos apuntado al principio que, como recuerdo de las misiones, se preparaba en el pueblo una cruz, de madera y casi siempre pintada de negro, en la que figuraba una inscripción, que informaba sobre el pueblo o ciudad, la fecha de la misión, el lugar de la celebración y la congregación o nombres del religioso o religiosos misioneros.

Otra foto de la cruz de misiones de Ayoó, hecha por Emiliano Pérez Mencía.
La cruz tiene muchos de los elementos que se señalan: brazos adornados, el Inri superior, inscripción de Santa Misión y el año, 1926; los palos o varas cruzados, el martillo y la escalera, el corazón, los clavos, el cáliz... casi todos los habituales atributos.


Suelen ser todas de madera. A veces los extremos de sus brazos terminan de forma distinta y como un adorno más de la misma.

Las inscripciones y adornos realizados con pinturas, relieves u objetos colocados sobre ellas, tienen que ver con la pasión y muerte de Cristo, o con las verdades eternas (Muerte, Juicio, Infierno y Gloria) y demás catequesis cristiana recibida durante las misiones.


Revisando las cruces que hemos visto, en muchas de ellas se repiten las siguientes inscripciones y símbolos:


-En la parte superior del brazo central aparece I,N.R.I., que son las letras iniciales de Iesus Nazarenus Rex Iudeorum, (Jesús Nazareno Rey de los Judios), inscripción sobre una tabla o en el mismo palo de la Cruz, que fue colocada momentos después de la crucifixión de Cristo.



-En algunas vemos un corazón pintado, sobre él una pequeña cruz y debajo tres clavos, alusiones evidentes a la pasión y crucifixión. Las letras J. X. R son iniciales del nombre de Jesucristo en griego. Debajo del corazón un cáliz, que recogería la sangre y agua que brotaron después de la lanzada, cuando a Cristo le abrieron el pecho con una lanza.



- A destacar también los dos palos o varas alargadas, cruzadas y apoyadas sobre el brazo central, que tienen algunas cruces. Una de ellas es o representa la lanza con la que, como he dicho, le abrieron el costado a Cristo, y del cual salió sangre y agua, según la cita evangélica. La otra vara tiene en el extremo una esponja con vinagre que le acercaron a la boca cuando Cristo dijo: "Tengo sed".

- En el brazo central de las cruces y en algunas también en los laterales, se suelen pintar o colocar en relieve, símbolos relacionados con la pasión de Cristo y su crucifixión. Concretamente vemos una escalera, utilizada cuando lo bajaron de la Cruz, el Descendimiento, para lo cual tuvieron que utilizar martillo y sobre todo tenazas para sacar los clavos. El martillo principalmente sería para clavarlo en la Cruz, que hicieron sobre el suelo.

Aunque la mayoría de las cruces de misiones se encuentran colocadas en los muros o paredes de las iglesias o ermitas, y en un lugar más o menos llamativo, he visto también algunas en los pórticos e incluso en el exterior. Estas, lógicamente, están más deterorioradas, por encontrarse al aire libre y sufrir las inclemencias del tiempo. Peor todavía ha sido y es la situacion de aquellas que se encuentran en los trasteros, o entre los escombros de ermitas o iglesias en ruinas o en total abandono. Y es que, en este caso, al retirar las imágenes y otros objetos de valor dejaron allí la cruz, por no considerarla de interés artístico. Pero hay que reconocer que las cruces de misiones nos proporcionan infromación y son testimonio de una actividad de tipo religioso a la que se le dió mucha importancia en el pasado, como eran las Misiones.

Blogs del profesor Mencía, Patrimonio Popular de donde se han extraído estos textos. Tienen además, un montón de preciosas fotos de cruces de todo el valle.