11 de febrero de 2014

El agua en el grifo


Cuando yo era una cría solía leer a la sombra de la Iglesia, subida a las tuberías de cemento de la mejora de la traída de agua a las casas del pueblo. Hasta entonces, un simple grifo en el portal era todo el agua que nos llegaba, menos mal que teníamos la fuente a un paso.
Hablando un día con Alberto Alonso, me contó cómo vivió él la llegada del agua a una casa de Ayoó, el primer grifo que se puso en la localidad.

La casa de Alberto con el tenderete del bar de la comisión delante en esta foto y en la de abajo.
(¡¡será posible que no tenga una buena foto de la casa sin nada!!)
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El agua llegó a la casa que Alberto tenía en El Canto, la que durante muchos años ha sido donde se han puesto los trastos de la barra de la comisión en fiestas. “Habíamos sorteado las casas de la familia y esta la íbamos arreglando cuando venía yo de vacaciones (entonces estaba trabajando en Bilbao). Fue la primera en la que se puso de cielo raso (el techo con yeso, no con madera). Entonces (año 60 o 61) había en Ayoó un médico soltero, Don Etelvino, que estaba de pensión en casa de Arcadio. Me dijo que como tenía esta casa y otra más y él estaba pensando en casarse, que a ver si se la arrendaba. Entonces no había agua corriente, había fuentes en cada barrio. En El Canto había una fuente en medio de la calle y el reguero pasaba también por allí. Me dijo que si la arrendaba él hablaba con el Ayuntamiento para meter el agua en la casa. Total, que Laurentino, el alcalde entonces, lo aprobó. Isidro, el padre de Teresa y Benigno Tostón, el fraile, me preguntaron y yo dije que si, que daba permiso.
La casa tenía un servicio pequeño con un plato de ducha, un lavabo, un calentador (que lo puso uno de Santibáñez, Abelardo) y poco más”. Y así, a petición de Don Etelvino, la casa de Alberto fue la primera con agua corriente en el pueblo.

Por cosas de la vida, Alberto nunca terminó viviendo con su familia en esa casa que ahora está arreglando su hijo Ignacio.

Don Etelvino estuvo de médico en Ayoó varios años y siguió yendo al pueblo con cierta asiduidad, hasta su fallecimiento. Su esposa, Josefa, fue maestra en Congosta y aún vive.

Su hijo es Juan José Martínez Jambrina nació en Ayoó, donde vivió un par de años. Aunque creo que no ha vuelto mucho por su localidad natal, sí que tiene relación con la gente del pueblo que vive en su zona, sé que es amigo de Emilio, el de Ezequiel. Juan José estudió medicina en Salamanca, aunque le gustaba el periodismo. Se hizo psiquiatra y dirige desde hace varios años el área de salud mental de Avilés, donde se ha ganado un gran prestigio y reconocimiento por sus innovadores métodos de tratamiento del enfermo mental y su entorno. Además, es un tipo inquieto, le gusta escribir y, detalle importante, es seguidor de los leones del Athletic.


Para conocer mejor a Juan José Jambrina:



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