20 de enero de 2013

El banquete de boda


En una boda era y es fundamental la comida. Y en casa tuve muy cerca a los protagonistas de este apartado en las bodas de Ayoó y comarca durante años y años: mis tíos Ismael y Dorinda, hermana de mi padre.
 
Tío Ismael y tía Dorinda en su lugar de trabajo, en una cocina, con las grandes cazuelas de "priyuela" sobre el fuego.
La foto fue expuesta este verano por la Asociación Perafondo.
 


Mi tío, siempre comediante como le ha gustado ser, tiene un romance sobre su propia vida, escrito, creo, por un sobrino. Este es el trozo dedicado a su época de cocinero.

 

Tres día de boda,

para 200 y 300 personas

en aquellas cocinas de humo

con aquellas grandes paelleras

aquellas grandes cazuelas de pereruela

aquelllas artesas de madera

donde adobábamos las carnes

de aquellas jóvenes terneras.



25 años haciendo bodas

25 bodas de ilusión

Aquella madre nos dejó

Hicimos cientos de bodas

en muchos pueblos de esta región

Bautizos, comuniones,

toda clase de farras

y de todas ellas salimos

sin ningún problema.

Alegres, contentos y con fama.



Solo en este pueblo hicimos 118, aquí, en los 25 años,

sin haber congeladores

ni neveras

Jamás tuvieron que intervenir

ni médicos ni hospitales

por haber salido una sola comida mala.



Mis amigos,

termino como empecé.

Carabinero mi padre, carabinero su abieñp

y yo como soy su hijo...

¡Vivan los carabineros!



“Antiguamente todo estaba sano, el pulpo de media cura, aquel, ya no hay ahora pulpo como aquel... las terneras de leche, mamaban dos meses no llegaba... tiernines los filetes. Y todo, todo lo del primer día lo juntábamos para aquellas despensas que juntaba la gente todo lo de la matanza y el último día todo lo juntábamos, se comía y nunca nunca hizo daño la comida, nunca! Ay amiga, pero todo era sano”, recuerda mi tío.
 
 
Mis tíos junto a otras mujeres del pueblo en la boda de Antonio Carbajo y Avelina Zapatero, hace 44 años:
La de la izquierda es la madre de Avelina, Vicenta García, en medio Daría Castaño, tía de la novia
y a la derecha, Leonor Martínez, La Panadera, madre de Antonio.
 
Mi tío, este verano, con más de ochenta años,
cuerpo fastidiado, mente lúcida.
“Entonces eran bodas de tres días y más. Uff, traían las músicas buenas... la Copacabana, aquellas bodas, buah, terrible... Hasta en Montamarta, yendo a Zamora, hasta allí fuimos. Y a Santa María del Páramo, p'allá de La Bañeza, para el lado de Sanabria, donde se llamaba Garrapatas, que ahora es Santa Eulalia. Aquí solo, 118 en los 25 años... la de Gaspar, la de Antonio el de Isidro.. todos los que se casaban. Las hacíamos ahí, donde la casa de Rogelio”

“La primera boda que hicimos fue la de Ramiro y Marina, en esa casa de bajo, de prima Angelina, la de Ezequiel, enfrente de Eusebio. Y la segunda de un hijo que es maestro y ella maestra, hijo de Don Felipe el maestro...¿Y la última? Uy de mi, ya no me acuerdo... cientos, cientos de bodas hicimos en toda la región”.
 
 
Más sobre mi tío Ismael en el blog del Ti Joaquín, aquí.

1 comentario:

Tolder - Carpas dijo...

Jeje, muy bonito el romance. Está escrito con mucho talento y se ve que sele de dentro del protagonista. Gracias por compartirlo y gracias a él por tantos años trabajando para bodas ;)