4 de marzo de 2011

Memoria de Santibáñez: feria y tiendas

Fotografía tomada del grupo de Santibáñez en Facebook


“Cuando voy ahora a Santibáñez me da pena ver lo que hay y pensar en lo que hubo”. Así se expresa mi padre después de haberle obligado a hacer memoria del Santibáñez que conoció en su juventud. El que sigue siendo pueblo cabeza del valle está, como casi todos los pueblos de los alrededores, viviendo ese momento de agonía, de no saber muy bien por donde buscar su sitio, con una generación que vivió el máximo esplendor del pueblo y que ahora descansa llegada al momento de la jubilación y una juventud que no encuentra su sitio, sobretodo laboral.



Los recuerdos de mi padre son de un pueblo dinámico, con una cierta industria, un animado mercado, tiendas, negocios, ocio... un poco de todo. “Nos conocíamos todos, las Varelas, las de Roque, la Pili... había mil habitantes al menos!”. Según los datos recogidos en el Atlas de Reindustrialización, publicado en Octubre de 2008, Santibáñez tenía en 1960 3292 habitantes, que se quedaban en 1.183 en el 2007 (tomados todos los pueblos que comprenden el término municipal, no solo lo que es la localidad que lleva este nombre).


Mi padre recuerda su juventud de los años 50, cuando el trabajo era mucho y la diversión menos, aunque ya se la buscaban ellos. “Para bajar no íbamos en coche, claro, no había, ni siquiera en bici. Se iba y se volvía andando. Se iba por Carracedo, por la fuente Rumicus, y luego, por la cuesta de San Mateo y por El Soto”.




Santibáñez tenía por entonces un importante mercado de ganado todos los miércoles, con la particularidad de que se hacía en dos lugares diferentes del pueblo: “La mitad del año se hacía abajo, por donde la Fuente Romana, y la otra mitad, desde más o menos San Pedro, arriba, por donde el Bar Elías”.


“Desde febrero a marzo e incluso abril, se hacía un ferial de vacas y bueyes, por donde está la lotería. Venían de León, de Navianos, de la Valdería... Cuando era el tiempo, también había cerdos. Y bacillos, las plantas de las viñas”.


Del mercado hablaba también Paulina, natural de Santibáñez pero medio ayoína ya por matrimonio y residencia. Así contaba sus recuerdos de esta feria: “Lo del mercado de los miércoles en la plaza de abajo lo recuerdo como una maravilla, no faltaba la señora Amelia con el pulpo, cociendo en aquellos calderos grandes y ¡¡¡como manejaba las tijeras cortando los rabos al pulpo!!! Yo iba con mi padre todos los miércoles. Allí se encontraba con gente de Ayoó, Congosta y otros pueblos y charlaba con todos. Eran muy animados. En enero y febrero vendian los cerditos casi recien nacidos y la gente los compraba para engordarlos y hacer la matanza por noviembre o diciembre. Eran tiempos de escasez pero yo los recuerdo como felices”.


En el pueblo había tres carnicerías, donde se mataban terneros, castrones, cabritos... Los castrones eran chivos a los que se dejaba crecer y a los que se castraba al año y se hacían grandes, de hasta cincuenta o sesenta kilos. “Se mataba mucho, era carne buena, muy propia, por ejemplo de poner en bodas. Las carnicerías de Santibáñez mandaban carne incluso a La Bañeza por el coche de Camarzana”, recuerda mi padre.



Programa de fiestas en Santibáñez, 1931. Es muy curioso ver la relación de anunciantes,
con numerosísimos establecimientos y tiendas de la localidad.
Recogido en La Voz de Vidriales.


Había también mucho comercio: Tres ferreterías grandes, la de Agustín Martínez, la de Antoñito Romero y la de los Mateos. Y tiendas en las que se vendían hierros para las cubas, para las llantas de los carros, las rejas de los arados...


Había dos tiendas de confección en grande, la de Gerardo y la de Cándido y algunas otras pero mucho más modestas. Se vendían por ejemplo, las toquillas negras con las que las mujeres iban vestidas el día de la boda.

En Santibáñez encontrábamos asimismo mercerías y una droguería, la de La Carlota. "Allí estuvo trabajando una chica del pueblo, Tina, la de Doroteo el panadero y luego la llamábamos así en el pueblo, La Carlota, para picarla".


También encontrábamos dos sastres buenos, Isaías uno y Castaño el otro, que hacían la ropa más de vestir, los trajes, las chaquetas... “En la de Castaño me hice yo el primer traje, que me costó 400 pesetas”, recuerda mi padre.

4 comentarios:

AMC dijo...

¡Hola!
Una puntualización: Los habitantes a los que se refiere el "Atlas de Reindustralización" deben de ser de todo el Ayuntamiento de Santibañez, que incluye varios pueblos del valle (más o menos desde San Pedro de la Viña hasta Moratones). Santibañez solo,nunca llegó a tener 3.000 habitantes y desde luego en el 2007 no tenía 1.183.
Yo como siempre, tocando las narices.

pau dijo...

Isabel, muy bonito y muy completo el articulo, me ha gustado mucho.

IRM dijo...

No, tranquilo, no es tocar nada, de hecho, lo pensé cuando recogí el dato, pero luego se me olvidó comentarlo en el artículo. Lo bueno de esto es que te deja "retocar", así que pongo la aclaración.

IRM dijo...

Gracias Pau... como tú de esto conoces, si puedes corregir o completar algo, ya sabes!!!