30 de octubre de 2010

La Iglesia por dentro: La pila bautismal


La pila bautismal de la Iglesia de Ayoó se haya en una esquina, en el lado del Evangelio*, antes de la fila de bancos. Es una pila antigua, de piedra, grande y con un gran pie. Junto a ella, en la pared, un cartel señala que es la pila en la que fue bautizado Fray Luis Blanco Alvarez, beato nacido en Ayoó del que hablaremos próximamente.


Dos familiares de Fran Luis Blanco Alvarez el día de la inauguración de la placa que recuerda a este beato ayoíno, bautizado en la pila bautismal de la Iglesia. (Fotografía de Pedro Gabriel Cortés)


La pila bautismal es el marco en el que se desarrolla el sacramento del bautismo, la entrada de una persona en la comunidad religiosa. Las pilas bautismales existen desde los primeros tiempos del cristianismo, ya que se han encontrado restos en las catacumbas. Continuaron en una zona llamada Baptisterio que se hallaba fuera del recinto eclesial. Hoy en día se ha sustituido ese espacio por la pila bautismal, que aún así, recordando esa separación física, se encuentra a los pies de la Iglesia, antes de comenzar la procesión hacia el altar. En el siglo XIV se abandonó casi por completo el bautismo por inmersión y las pilas comenzaron a hacerse de un menor tamaño, más similares a las que podemos encontrar hoy en día.



*Lado de la Epístola y lado del Evangelio. Así se llama en “idioma religioso” los lados de una Iglesia, tal y como me señaló Ramón, de “Tus preguntas sobre los santos”. El lado de la Epístola es el lado derecho desde el punto de vista de los fieles, mirando hacia el altar. El lado del Evangelio es el lado izquierdo. Los nombres responden a los lados del presbiterio desde los que se lee la Epístola y el Evangelio durante la misa. (Fuente, Wikipedia). Como yo he estado llamándolo simplemente a la izquierda o a la derecha de la puerta de entrada, así lo pongo correctamente.

Artículo elaborado con la información recogida en Wikipedia y La guía digital del Románico Aragonés.

27 de octubre de 2010

El pitón

Otro de los juegos habituales de los niños de hace sesenta años era uno llamado “El pitón”. Es un juego de habilidad y coordinación ojo-mano. Se necesitan cinco piedras no muy grandes, como las que aparecen en la foto, en la mano de mi madre.

 Una se tiraba a lo alto y antes de que esta cayera, se tenía que meter otra piedra por el hueco que formaba la otra mano (generalmente la izquierda, salvo zurdos), que se ponía como haciendo un puente, sobre el suelo.

Este era un juego de chicas y requería habilidad, coordinación y rapidez.

24 de octubre de 2010

Modelo por un día

Mi madre ha hecho de todo: cultivar la tierra, coser delantales, poner forro a abrigos, tricotar, pintar, hacer teatro y ahora, un paso más: posar como modelo. Cierto que ha sido un poco, como decían los de Martes y Trece “ella no queeeeeería”, pero ahí estaba yo, su hija, para sacarle los colores (y espero que la sonrisa y que no me desherede).



Las fotos corresponden a este verano, a la tarde tras la celebración de la comida de sus boda de Oro. El regalo que le dimos a nuestra mami fueron unas madreñas hechas a mano y a su medida por parte de unos artesanos de Asturias, El Rincón Cunqueiro. Hasta ellos llegué a través de una amiga bloguera, María del Roxo, que nos presenta a través de la red historias y fotografías de Ibias, un concejo asturiano que está rayando con Galicia y León (su blog, Ibias, el Lejano Oeste). Y aquí es donde entra el posado. Le mando las fotos a María para que vea el resultado del trabajo de sus amigos, y ella decide sacar bien guapa a mi madre, modelo por un día. Si quereis verla, aquí está, Pisando fuerte.

22 de octubre de 2010

El pozo de la Pedrera



 
El pozo de la Pedrera es una joya del agua de Ayoó. Un pozo artesiano del que mana un enorme chorro de agua cristalina y rica que resbala sobre un bebedero en muy buen estado.


Cerca, hay una pequeña zona de merienda, apenas un banco y una mesa, ambos de cemento, lo justo para sacar un bocata y comerlo tranquilamente, acompañados del rumor del agua del pozo.




Hay quien ha sugerido que, puesto que hay problemas de abastecimiento con el agua en el pueblo, no sería difícil hacer una conexión de este pozo con la tubería que va desde Requeijo.

 

Por aquello de que no he pateado mucho la zona de monte de Ayoó, no lo conocía y eso que está bien cerquita. Apenas hay que ir por el camino a Requeijo y en vez de tirar a la derecha al llegar a la zona de merienda, se sigue recto y a unos 600-700 metros, a la derecha, tras un grupo de árboles, encontramos esta zona. Además de la mesa de cemento, cercana al camino, hay un cartel que indica “Manantiales”.



Es un paseo tranquilo y bonito y, de verdad, el agua de la Pedrera lo merece.

19 de octubre de 2010

Incendio en Ayoó

Anoche (noche del 18 al 19 de Octubre) se produjo un incendio importante en Ayoó: se quemó totalmente la casa de Genoveva y Doroteo, los antiguos panaderos del pueblo y ha provocado daños en la actual panadería, regentada por su hija Geno y por Celso y que se encuentra al lado de la casa incendiada.


Esta es la casa que ha quedado destruida en el incendio.


Todo comenzó anoche, a eso de la una o una y media. Según ha contado Geno, se oía un ruido como de una ventana, algo raro y de pronto se dieron cuenta del incendio. Ella, al intentar entrar, se ha quemado un poco en un brazo. En la casa estaban guardados dos coches de reparto, que se han quemado totalmente. También han perdido material de repostería que guardaban allí y se ha quemado la caldera y la instalación eléctrica. Además, el fuego avanzó por los conductos del aire acondicionado y ha derretido los equipos, ha levantado baldosas, ha desprendido escayola y ha roto cristales, puertas y ventanas. Se está a la espera de que los seguros determinen la causa del siniestro. Mientras tanto está viniendo un panadero de otro pueblo a repartir el pan.

Dos coches de bomberos acudieron a sofocar el incendio, pero la antigua casa de la familia ha quedado destrozada. Se ha caído el tejado y el interior está quemado. Afortunadamente, entre la casa y las de arriba de la calle Negrillos (casas también antiguas, de madera) está la huerta de Laudelino, que evitó la propagación del fuego por ese lado.


Mis padres fueron avisados por una vecina de la zona, Adonina, que, asustada, salió a buscar ayuda. Dicen que las llamas eran enormes, que daba miedo (ellos vivieron hace unos años el incendio de la panera de Rafa, frente a nuestra casa). También se tocaron las campanas para avisar a los vecinos.


Lo cierto es que es una triste noticia por que ha dañado a unos vecinos del pueblo que han resultado heridos y afectados en su medio de trabajo y su vivienda. Y también es triste ver cómo el fuego ha consumido en unas horas una casa que está en la memoria de muchos, de todos los que alguna vez entramos allí para hablar por teléfono (estaba allí la cabina pública antes de que tuvieran teléfono los bares) o para comprar una hogaza. Animo a Geno y Celso y a toda su familia.

Esta es la noticia tal y como se recoge en la edición de hoy de La Opinión de Zamora:


Fotos M.A.C. (La Opinión de Zamora)


Un incendio arrasa la panadería de Ayóo y la planta baja de la casa de sus propietarios



El fuego se produjo de madrugada por un posible cortocircuito eléctrico






M. A. CASQUERO Las llamas de un incendio producido en la madrugada de ayer, al parecer debido a un cortocircuito eléctrico, arrasaron la panadería de Ayóo de Vidriales e instalaciones anejas. La propietaria tuvo que ser evacuada en ambulancia hasta el Centro de Salud de Santibáñez de Vidriales para ser atendida de las heridas en una muñeca y una mano a consecuencia de los cortes que le ocasionaron los cristales de una puerta.




Instalaciones, maquinaria, utensilios, existencias, y dos furgonetas fueron pasto de las llamas. El fuego se propagó rápidamente hasta la casa familiar contigua llevando por delante la mayor parte de la cubierta del edificio. La planta superior del edificio de la panadería, vivienda de los propietarios, quedó completamente invadida por el humo dejando todas sus paredes negras como el carbón.




Era sobre la una de la madrugada cuando Celso López, el propietario de la panadería, vió cómo penetraba una intensa claridad en su habitación y eso que pocos minutos antes se había apagado la luz, explicó ayer a este diario todavía invadido por el nerviosismo. Su primera reacción fue acudir a la ventana del patio donde las llamas ya estaban ascendiendo con fuerza. «Vamos, rápido, que se está quemando la casa», le dijo Celso a su mujer. Inmediatamente bajaron las escaleras y ya tenían el denso humo por todas partes. La pareja bajó rápidamente las escaleras hasta que al llegar al pasillo de la planta baja se dieron de frente con las llamas. Celso intentó sacar al menos una furgoneta pero ya era demasiado tarde. Una calcinada totalmente y la otra ya estaba siendo pasto de las llamas. El depósito del gasóleo instalado en un cuarto contiguo ya estaba vertiendo el líquido que inmediatamente se convertía en un río de llamas. El riesgo era cada vez mayor -sigue explicando Celso- aunque ya poco se podía hacer. «Todo fue muy rápido», los vecinos llegaron inmediatamente, uno de ellos llamó a los bomberos y mientras tanto las llamas ya habían invadido la casa contigua familiar. Las mangueras poco podían hacer.




Los agentes de la Guardia Civil y dos dotaciones de bomberos del parque de Rionegro del Puente se trasladaron hasta el lugar, asi como una ambulancia donde fue evacuada hasta el Centro de Santibáñez la propietaria de la panadería a consecuencia de las heridas. Ayer tarde, Celso y su mujer sólo querían abrir la panadería cuanto antes para dar servicio lo más pronto a los clientes. Sin embargo, no dejaban de reconocer que eso tardaría unos días, después de superar la tensión acumulada. Los vecinos manifestaban ayer su solidaridad con los propietarios que llevan tras de si una treintena de años como panaderos, aunque la saga es familiar. Las muestras de apoyo llegaban durante todo el día de clientes y vecinos de la comarca, donde los panaderos son muy conocidos. Las numerosas pérdidas, todavía sin cuantificar a falta de que lleguen los peritos, han dejado tras de si una solidaridad vecinal.

Perros

No hay pueblos sin perros. Los perros de antes eran animales trabajadores que se convertían en la prolongación de los pastores ya fuera con las vacas, las cabras o las ovejas. Perros que compartían el pan y el hambre y que han acompañado a las familias del pueblo. Perros grandes, recios, trabajadores, que valían lo que se esforzaban, que se compraban y se vendían. En mi casa la gran perra a la que todos recordamos fue la Domi, de la que ya hablé en su día, un mastín leal y fiel que controlaba a las cabras como nadie y las defendía de los lobos. Además de la Domi, mi padre recuerda a otros canes, como la Julia, la Tragona, la Cadenas, que terminó sus días como cubierta (ver post "Mataperros" )



Otros perros son recordados por sus habilidades. Mi padre menciona “una muy ligera que se subía a los robles y cazaba lagartos y culebras” y se acuerda "de Trigueño, el de tío Guillermo y de la Titi de Restituto, que era muy lista. Esta perrita cantaba la piedra que era que le decían un número y ella soltaba los ladridos que correspondían. Era digno de ver, no fallaba”


Hasta hubo en nuestra casa un perro muy bueno con las ovejas que fue protagonista, a su pesar, de una disputa vecinal. El perro se llamaba Amado, nombre no elegido al azar. Mi abuelo había discutido con el Ti Amado, el padre de la ex-alcaldesa Sofía y bautizó al animal con su nombre, evidentemente para fastidiarlo. El Ti Amado contestó poniéndole el nombre de mi abuela, Clementina, a una gata y el abuelo repetió la jugada y bautizó a otra misina con el de Sofía, la mujer de Amado. Así, uno y otro enzarzados en su discusión y con los perros y las gatas por medio.


Hoy en día el pueblo sigue lleno de perros, pero ahora que la población ha envejecido, que ya no hay vacada y apenas rebaños, los perrillos son más de compañía, perros pequeños y fieles, algunos de caza y alguno que otro jubilado que pasa los días descansando tras una vida de duro trabajo. Estos son algunos de los perros de Ayoó (¡y Oier acompañándoles!).




Este es Coco, el perro de Geno y uno de los más conocidos y simpáticos que hay en el pueblo. Juguetón y listo, le encanta seguirte por las calles.



Y este también es Coco, de Laudelino e Inocencia, hermano del otro Coco e hijo de Chispi (según crónica familiar perruna que me contó Leire).



Lulú, el perro de Angel, otro de los más conocidos, acompañando a su dueño en sus paseos con la bici y gruñendo desde detrás de la puertade casa cuando se pasa cerca.



De este no conozco el nombre, pero se hizo muy amigo de Oier. Creo que es el perro de Eladio.


Este perrito no sé de quién era. Apareció un día en Las Escuelas y tuvo un intenso forcejeo con Oier por su bocadillo... ganó el niño.



Blaky, de la casa que está junto al bar de Loli.




Katy, inseparable de Guillermo.



Solo, el perro recogido de la calle por mi primo Manolo y que obedece si le hablas en catalán.



Darko, el perrito de Yoli, posando como un modelo.



Chuspi, nuevo perro de caza de Aurelio.


A este me lo encontré una mañana por la calle Castillo. Me husmeó, me siguió unos metros y volvió a su rincón.



Esta perrita no sé cómo se llama (y nombre tiene). Está vieja, medio ciega y ha trabajado lo suyo con el ganado. Ahora vive un tranquilo retiro junto a sus dueños, Emilia y Lucas, a los que acompaña siempre que salen a la calle.


17 de octubre de 2010

Tarde de domingo

Así se pasan las tardes de domingo en el pueblo, entre la gente mayor: acercándose al local del Ayuntamiento, sacan unas sillas y unas mesas y hala, a jugar... la brisca, el tute, el cinquillo... Hay quien lo hace para pasar el rato, charlar y estar en compañía durante un rato...y hay quien se lo toma en serio y hasta con discusiones. ¡¡Qué no llegue la sangre al río y disfruten de estas placenteras tardes de cartas!!





Gracias a José por facilitarme las fotos, incluido el posado de mi madre.

14 de octubre de 2010

La culaga

La culaga es una calleja, un atajo entre las casas para pasar de una calle a otra. En Ayoó hay muchas y hoy traemos una muy frecuentada, la que va desde la calle de La Iglesia a la calle Castillo...




La casa bajo la que se cobija sigue como estaba, han lavado la cara a la de al lado, ha crecido un árbol pero, en esencia, sigue como yo la recuerdo desde hace años, con esos escalones complicados, encerrada entre las casas... Hay que fijarse, en la primera foto, en el modesto sistema de iluminación de las calles... una bombilla colgando de un cable.

Por cierto, si alguien quiere ver alguna de las otras culagas que hay en Ayoó, que se pase por este precioso artículo del Ti Joaquín, aquí.

12 de octubre de 2010

Palabrero Ayoíno (15)

Azada, azadón y zacho: Instrumentos que se usan para remover la tierra.

La azada es más grande y solo tiene la pala por un lado. Su nombre viene del latín asciāta, de ascĭa, azuela, especie de hacha (Diccionario de la Rae )




El azadón, o zadón, como acostumbra a decirse en el pueblo, es grande también pero tiene pala por un lado y pico por el otro.



Zadón recogido de la web de Olleros de Tera.


El zacho es pequeño y manejable, con una pequeña pala por un lado y dos pequeños picos en forma de U por el otro. Se usa para trabajos de menos fuerza y más precisión como cuando se planta o se siembra, se quitan hierbas.... cosas pequeñas.

Zacho tomado de la web de Olleros de Tera.

También era mi herramienta preferida porque era el que me dejaba la abuela cuando la acompañaba al huerto. !!!Y la de mi hijo, que también hace sus pinitos con el zacho en la mano!!!




En la búsqueda de fotos para ilustrar estas líneas, encontré esta azada especial que mi padre identificó como una especifica para cortar leña (la que está segunda en la foto, tras la azada y antes de las hachas). Se le da a la madera con la parte de atrás, llamada “la cueta”.

Foto recogida en la web del pueblo soriano de Deza.


Bienda: El nombre digamos oficial y como se conoce a este apero en otros lugares es bielda, pero en Ayoó se dice con N y no con la L.
Según la RAE viene de beldar (ventilar) y es instrumento agrícola que sirve para recoger, cargar y encerrar la paja, y que solo se diferencia del bieldo en tener seis o siete puntas y dos palos atravesados, que con las puntas o dientes forman como una rejilla.
En efecto, la bienda es más grande y se usaba para limpiar la paja o meterla en el pajar. Se le ponía una chapa o cuerda a la unión que va de los dientes al mango para que así aguantara más peso.



La primera bienda, reforzada con hierro, es de la web del pueblo palentino de Espinosa de Cerrato. La segunda, más sencilla, del vallisoletano de Pedrosa del Rey.


Biendo: Parecido a la Bienda pero más pequeño. Se usaba cuando se limpiaba a mano la paja, alubias, trigo... En el diccionario de la RAE aparece así: m. Instrumento para beldar, compuesto de un palo largo, de otro de unos 30 cm de longitud, atravesado en uno de los extremos de aquel, y de cuatro o más fijos en el transversal, en forma de dientes.

En la foto de arriba, Avelina aventa unos titos en El Coito, con la ayuda de un biendo. Abajo, el apero en primer plano.



Pequeño video de Avelina aventando con el biendo en El Coito, hace un par de años.

Calamón: Apero también llamado en otros lugares “camizadero”. Servía para recoger la trilla cuando se había terminado. Eran unas maderas puestas de manera horizontal, con un palo que se unía bien a una caballería, bien a las vacas.



Calamón o camizadera. Fotografía recogida en la web de Espinosa de Cerrato (Palencia).


Pala de madera: Se usaba para dar la vuelta a la trilla, para quitar el grano de la máquina y amontonarlo o para juntarlo cuando se limpiaba al aire.


Esta pala era la que se usaba en casa de mis abuelos y que ahora tenemos en el chabolo de las cuevas.


Rastra: Es un rastrillo sin dientes que sirve para apañar el grano en la era. Similar al calamón, pero en pequeño.


La rastra es el apero más pequeño que está colgado a la derecha, junto a la bielda y la tornadera. Foto tomada de la web de Pedrosa del Rey (Valladolid)


Rastrillo: Como se recoge en el diccionario de la RAE es un Instrumento compuesto de un mango largo y delgado cruzado en uno de sus extremos por un travesaño armado de púas a manera de dientes, y que sirve para recoger hierba, paja, broza, etc.
Se usaba para juntar la paja en la era y para arrastrar la hierba y pajas largas... Era más cómodo de usar que otros aperos, porque lo arrastra todo.
Hay rastrillos metálicos, como este...


Y los hay de madera...


Del rastrillo recuerdo una anécdota que contaba mi abuela Menta: Erase una moza que se había ido del pueblo a la ciudad, que volvía con muchos aires y como si ya hubiera olvidado todo lo que fue su vida en el campo. Fingía no saber el nombre de ninguno de los aperos de trabajo, hasta que, en un descuido, piso los dientes de un rastrillo que estaba en el suelo, de tal forma que se fincó y le dió con el mango en la boca. Y entonces, por fin, recordó ¡¡¡recondenao de rastrillo, qué golpe me dio!!!


Tornadera: Puede ser tanto de madera entera, generalmente de haya o de negrillo, o bien de madera el mango y las puntas (dos o cuatro) de hierro.


Tornaderas metálicas y madera. Fotografía tomada de la web de Malva

A este apero se le llama también horca y se diferencia entre uno y otro tipo. Por ejemplo, en Sayago o el Tera se conoce como guinchas a las de hierro y tornadera a las de madera. En Grulleros, en cambio, a la de madera se la llama “horcón”. En Ayoó, tanto una como otra recibían el nombre de tornadera.
Las de madera se hacían buscando un gajo que tuviera púa, aunque normalmente no se hacían en el pueblo, se compraban. A las puntas de las tornadera de madera se les llamaba “gajos”.
La tornadera de madera servía para dar vuelta a la trilla, para andar a la paja, a la hierba... en general, a materiales que no pesasen mucho.



La metálica es más fuerte y servía también para otras tareas que requerían mover elementos de más peso como subir alpacas o sacar el abono.
En el diccionario de la RAE (que estos suelen saber de palabras, pero poco de cosas de pueblo), la definen así: (de tornar) 1. f. Horca de dos puntas usada para revolver la parva en las labores de la trilla.

10 de octubre de 2010

La piedra de la cueva

Ayoó es un pueblo de piedras. Piedras bellas, curiosas, de colores variables... Esta redondeada que surge de la pared y a ella se engancha, se la encontró mi hermano en Semana Santa, cuando me cumplía el encargo de fotografíar las cuevas. Le llamó la atención por su forma, como de percha, saliendo de la pared de una bodega, y hoy se ha convertido en la protagonista del blog.