6 de julio de 2010

Médicos y enfermos (2)

Otro caso de médicos que recuerdan en mi casa fue el de una vecina de mis abuelos llamada Avelina. La mujer se puso de parto, pero el proceso se paró y el niño no salía. El médico la examinó y dijo que el niño estaba ahí pero que no bajaba y que él no podía hacer nada, que había que llevarla a Zamora.


La pobreza de medios de la época se hizo dramática en aquel caso: Los vecinos tuvieron que ir en caballería hasta Santibáñez a pedir un camión para trasladar a la mujer. En él, mi abuela y otras mujeres instalaron un somier y le hicieron una improvisada cama para el camino. Así llevaron a la parturienta hasta Zamora. El bebé no aguantó, murió. Años después, la mujer tuvo otro hijo, una niña.


El pago de la iguala daba derecho no solo a la asistencia, también a tramitar, llegado el caso, el Certificado de Defunción. Un papel que tuvo que ser peleado en un dramático caso, muy presente en mi casa porque fue la muerte de una hermana de mi abuela Menta.


Dorotea era la penúltima de los hermanos Carbajo Aldonza (mi abuela era la hija más pequeña), estaba casada con Domingo y tenía tres hijos pequeños, Vicente, Florentina y Delfín. Un día, cuando estaba en el monte trabajando, cayó muerta, de repente. El marido tuvo que volver al pueblo a dar aviso, ir a buscar la vacada, coger las vacas y volver con un carro a por el cuerpo.

Mi tía Paulina me dio más detalles del suceso: "Cuando murió, tía tenía 42 años, primo Delfín 10 y yo tenía 6 años. Recuerdo que fue en la Chana. Estaba segando, se sentó en la morena, fue a atar los chancros y cayó. Todavía recuerdo cuando la ti Matilde Castaño le dio la noticia a abuela: Menta, Menta, no sabes que murió tu hermana en La Chana...", me contó mi tía casi con lágrimas en los ojos porque aquello fue un drama que nunca se olvidó en la familia. Mi abuelo Teófilo fue a casa del médico, Don Teodoro, a Santibáñez a pedirle que le diera el Certificado de Defunción y este le dijo que, con la ley en la mano, deberían hacerle la autopsia para saber la causa de la muerte. Mi abuelo rogó y pidió, por favor, que lo hiciera por los hijos, unos críos que acababan de quedarse huérfanos y que no dilatase los trámites en un momento tan doloroso. Le dijo "apiádese de sus hijos y de mi mujer, que es su hermana”. Don Teodoro accedió y firmó el Acta de Defunción.

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