31 de marzo de 2010

Dulces caseros de Semana Santa


Las manos de los niños de Ayoó, que aprendieron a hacer pan con Geno y Cristina este verano

En el tiempo de Semana Santa era típico preparar bollos en el horno familiar. Era una labor que se hacía entre varias mujeres de la familia, en nuestro caso, mi abuela Menta solía hacerlos con Tía Agustina. Amasaban y hacían bollos con un huevo dentro u otros dulces como un pan pintado de huevo para que quedara lustroso. Todo lo que se preparaba se comía el domingo de Pascua.


Había otros dulces, como unos bollos que hacían en Felechares, una especie de bizcochos que cocían en las latas de los escabeches y a los que se llamaba “mazapanes” y que estaban muy buenos.


Mi padre también se relame pensando en un dulce de sobras que hacía mi abuela, friendo en la sartén, con azúcar, un trozo de masa de pan que dejaba aparte al hacer las hogazas de la familia.


En las casas había unas calderas de cobre que servían para derretir la manteca. Cuando se hacía esto se echaba cebollas o manzanas a cocer en los restos y con la manteca quedaban tiernas y de buen sabor. “Era día de fiesta cuando se hacía”, recuerda mi padre, gran goloso.

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