23 de septiembre de 2009

Bichos

Cuando yo era pequeña el pueblo estaba plagado de “grandes bichos”: vacas, cerdos, caballos, yeguas, algún burro, el macho de mi abuelo, cabras, ovejas... y después estaban los “pequeños bichos”: moscas a calderaos, hormigas, mariposas, escarabajos, arañas (uaaaahhhh, ¡las temo!), saltamontes... Bichos y verano van de la mano y en eso las cosas no han cambiado, aunque algunos animales nunca faltan y otros, cada vez se ven menos.

La hacienda ya no pasea por las calles de Ayoó, pero algo seguimos encontrando. En nuestra casa, como en otras muchas, tenemos gatos, gallinas y conejos.
En la Casa Rural de Congosta pudimos ver un burro bastante manso, unas gallinas que buscaban cobijo bajo un tractor y unas cabras algo locas... sería por estar acompañadas de todo un hermoso ejemplar de macho, un beche con todos sus bigotes y sus cuernos, como hacía años que no veía uno.




En el suelo, las fascinantes hormigas aparecen por todos lados. Un par de buenos sitios para observar su trajín sin fin son Requeijo, ahí mismo, junto a los bancos de los bañistas y también en los alrededores de Peñacabras, donde almacenan enormes montones de pajitas alrededor de la entrada a los hormigueros.



Siempre vemos también una mantis, esos bichos grandes que parecen que rezan y cuyas hembras se zampan al macho tras el apareamiento. Las hay verdes como una hoja y las hay pardas, como este enorme ejemplar que encontramos en la pared de una casa, cuando subíamos a misa (vale, a la puerta de la iglesia, para ser exactos).



Los famosos peces del pilo estuvieron acompañados algunos días por una hermosa rana, grande y gorda como hacía años que no veía ninguna.



No debía estar en buena forma, porque se dejaba coger... las ranas son cada vez más escasas, siguen saltando a nuestro paso en las charcas y regueros pero cada vez en menor número y más pequeñas.


En la presa se han instalado un par de gansos u ocas, preciosos, uno blanco, otro amarronado... no sabemos el sexo y si hay posibilidad de pollitos, pero desde luego, hacen muy buena pareja y les hemos visto muy acarameladitos surcando las aguas de Requeijo.
Allí, además tuvimos duras luchas contra los puñeteros tábanos, insistentes y picones y contra los que hemos desarrollado una estrategia conjunta entre todos los asiduos del lugar, siguiendo la máxima “perdona que te de un tortazo pero había que matar al tábano”...


Este también fue nuestro año del saltamontes. No, no en el calendario del año chino, si no el interés de Oier por cazarlos y el mío por que lo hiciera sin causarles daño. Y libélulas, mariposas, escarabajos gigantes, avispas, abejas (cada vez menos numerosas), el famoso abe, un abejorro negro que pulula por las flores de la huerta (pregunta, ¿pican los abejorros? Yo digo que no pero no lo sé fijo...)



Mi madre, en uno de sus paseos mañaneros, vio cerca del pueblo una corza (no tenía cuernos, así que suponemos que era chica), cada vez más abundantes y también avistó una doroncilla, y esta sí que hace tiempo que no aparecía por el pueblo.
La
doroncilla es la comadreja, un mustélido cazador que come ratones, topillos y si son grandes, hasta conejos y pájaros.


Foto de una comadreja. Recogida de la web de Ecologistas en Acción.


El nombre me resultó muy curioso, nunca lo había escuchado, y buscando buscando, he encontrado un interesante trabajo sobre las formas de llamar a este y otros animales. Es de Jose Alfredo Hernández, se titula “Los animales salvajes en la cultura popular zamorana” y se encuentra aquí, en las páginas de la Asociación Furmientu.

Esto es lo que pone de la doroncilla y os invito a leer el resto del artículo porque es, de verdad, muy intersante.

He recopilado, sumando a los recogidos por los diversos estudios filológicos, vocabularios y trabajos de otro tipo publicados, los que he obtenido personalmente, más de un millar de nombres vernáculos en la provincia de Zamora relativos a más de 200 especies de animales salvajes. Esto supone una media de alrededor de 4 nombres por especie. La palma se la lleva un pequeño mamífero carnívoro, la comadreja (Mustela nivalis), de la cual he recopilado 33 diferentes, si bien casi todos ellos son prácticamente variantes, distintas formas provenientes del vocablo latino: Domnicella, diminutivo de domina=señora (de donde procede doncella). El análisis de estas diferentes formas y su evolución a partir de ese original latino resulta en una curiosa muestra de las diferentes áreas, variedades y fenómenos lingüísticos presentes en la provincia:
Así en las localidades del partido de Puebla donde se hablan variedades gallego-portuguesas observamos las formas con sufijo –ela como donicela o denuncela;
En La Senabria, La Carbayeda o Aliste se observan formas acabadas en – iella, características del ámbito lingüístico astur-leonés como doniciella, durunciella o denonciella.
En el resto de los casos, la mayoría, esta terminación está reducida al sufijo –illa: doroncilla, denocilla, dolonsilla, donosilla….
Los vernáculos para Mustela nivalis procedentes de domnicella hacen referencia a la curiosidad y entrometimiento de estos animalillos, comparándolos con los que se atribuía a las mujeres (dona, dueña, doncella) y están muy ampliamente extendidos por todo el tercio occidental de la península ibérica: Portugal (nombre patrón en portugués: doninha), Galicia, oeste de Asturias y León, Zamora, Salamanca y parte de Extremadura.

Además en algunas localidades del nordeste, hacia la Tierra de Campos, se utiliza mostolilla que deriva del nombre latino de la especie, mustela (y este de mus=ratón). Nombres derivados de mustela son comunes en muchas regiones españolas, sobre todo por el norte, desde Asturias y León hasta Cataluña (nombre común en catalán mustela).

(...)
La constante y atenta observación del comportamiento animal dotó a la cultura campesina de información rica y contrastada para inferir cambios meteorológicos mediante su observación. Se anuncia lluvia si las andurinas (golondrinas) vuelan bajo, se bañan los pardales, las doroncillas salen de sus escondrijos y se dejan ver sapos y salamancas (salamandras). Por el contrario, hará buen tiempo si cantan cucos, abubillas o ya anochecido los propios sapos.

(José Alfredo Hernández, “Los animales salvajes en la cultura popular zamorana”. Asociación Furmientu)

3 comentarios:

Triceratops dijo...

Bichos. Buen nombre para un post que habla de... ¿bichos?.

Lo cierto es que ya no hay tantos ni tan variados como antes, la única excepción es nuestra buena "amiga" la mosca y alguna pulga que resiste su crisis particular por la ausencia de ganado.

Te ha faltado la descripción de los bichos de cuatro patas que son (somos) muchos en Ayoó en temporada estival.

Ya había notado yo que no aparecían por aqui mis queridos tábanos dando algún que otro picotazo, ¡¡ los mataste todos en Requeijo !!.

Como curiosidad: tengo entendido que la mantis no mata al macho después de la cópula sino antes, parece ser que vivo no copula.

La doroncilla en mi casa siempre se ha llamado doloncilla, será otra deformación más que tendremos que añadir a la larga lista de nuestros amigos de Formientu.

Un saludo

IRM dijo...

jopé, Trice, qué rápido contestando... aún me quedan bichos por poner y tranquilo, que no he aplastado todos los tábanos, algunos tengo aquí guardados dispuestos a salir y pegar picotazos, ja ja!!!

Pulgas este año no hemos tenido a.D.G. pero avispas... hasta un nido en la terraza!!!

Sobre la mantis, estuve leyendo, parece que no pican y lo del macho, no sé, antes o después pero le dan matarile!!!!

Saludos!!!

Anónimo dijo...

Cuando llegaba la trilla revoloteaban los vencejos y las golondrinas por encima de la parva, vuscando los gusanos que criaban las ya desaparecidas "algarrobas, y los rapaces corrialos tras ellas con una vara haber si podiamos cojer alguna.
Saludos.
Gumaro