10 de enero de 2010

La parada caballar


Semental de la parada de Ayoó de Vidriales, provincia de Zamora. Ganó el primer premio en Zamora el año 1923. Si quieres todos los detalles, pincha aquí y conoce la historia completa.


Hace casi dos años falleció el señor Juanito (Juan Ferreras Campomanes) en Ayoó y a raíz de su óbito me enteré del que había sido el negocio de su familia, uno de los más destacados de Ayoó en la primera mitad del siglo pasado. Aquí tenéis la conversación, un tanto desbarajustada, por si queréis leer el origen de este pequeño artículo que ahora escribo y que está redactado a partir de lo que allí se contó y de lo que me ha explicado mi padre.

La familia Ferreras tenía una parada caballar con tres caballos y dos burros que se repartían en diferentes cuadras de la casa en la que ahora vive la señora Laudelina, la madre de Loli. Como no había otro negocio de este tipo la demanda era alta, como me cuenta mi padre: “Venía gente de toda la contorna, del Valle, de la Valduerna, de Cubo, de Rionegro... ¡hasta de Truchas! Todos los días había al menos 15 yeguas esperando ahí en la calle que casi no se podía ni pasar. Había herraduras puestas por la pared para enganchar las caballerías.”



La segunda casa, a la izquierda en la imagen, era la que albergaba la parada caballar.
El sistema de monta poco tiene que ver con lo que ahora se hace, con inseminaciones artificiales, probetas, asepsia y control (en este artículo os podeis hacer una idea de cómo se hace todo esto ahora). “Tenían que echar la yegua varias veces para asegurar que estaba preñada y aún así no era fijo, claro. Antes de pasar al caballo padre la yegua iba al Rifón, el Berlín, que así se llamaba (le decíamos el rifón porque era el que las rifaba a las yeguas). Si veían que la yegua estaba dispuesta la pasaban al caballo bueno”.

El señor Juanito, Juan Ferreras Campomanes, con el caballo Berlín, el "rifón" de su parada caballar.
Foto de la exposición del verano de 2013 organizada por la Asociación Perafondo.


“También tenían dos burros para hacer la mezcla. Para que salgan machos y mulas tenían que echar a la yegua al burro. Al burro lo engañaban y le enseñaban una burra y luego le echaban la yegua. El caballo tenía que montar a la burra para que hubiera mulos burreños y machos burreños, que son nobles y con fuerza y que se pagaban más caros.”

Al principio cobraban una hemina de trigo y después iba el señor Juanito por los pueblos a cobrar el servicio, que se hacía hubiera quedado la hembra preñada o no. Las caballerías eran caras, se pagaba por un mulo pequeño, por una cría, hasta 7.000 pesetas en la Carballeda.

El señor Juanito llevó después el negocio a su casa que estaba por donde la actual Casa de los Cazadores. El negocio se debilitó cuando instalaron una parada caballar militar en Castrocalbón y, al parecer, prohibieron la de Ayoó. Aún así, ya muy lejos de los días de esplendor, la parada se mantuvo hasta los años 80.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estupendo el artículo, sólo una puntualización. Yo nací en 1969 y he visto funcionar la parada, aunque con un sólo caballo. Creo que cerró en los 80 y no en los 60.
Un beso para IRM.